miércoles, 12 de junio de 2013

La triste historia de Jánovas, el embalse de Iberduero que nunca fue

  Jánovas fue un proyecto de embalse de Iberduero, anterior nombre de Iberdrola, iniciado en tiempo de Franco (promotor de embalses sin parangón en la historia), en 1951, en el Sobrarbe (Huesca).  Con el fin dgóne construir el embalse la Confederación Hidrogràfica del Ebro (CHE) se apropió de los pueblos de Jánovas, Lavelillas y Lacort.  Después de vacíar esos pueblos de la forma más brutal, el embalse nunca se construyó. En el 2008 el Ministerio de Medio Ambiente ordenó restituir las tierras y las propiedades a sus legítimos propietarios, o a sus descendientes, pero nuevamente se ha hecho patente el mal hacer de la CHE. Ahora se ha reeditado el libro "Jánovas: víctimas de un pantano de papel" de Marisancho Menjóny con él que se desenpolva parte de la historia de lo que acaeció ahí, que explica cual ha sido el modus operandi de Iberduero (Iberdrola) y otras transnacionales enérgeticas y también de las consecuencias de la construcción de embalses comunes en todos los casos.


  http://janovasnorebla.blogspot.com.es
  (  reblar: ceder, doblegarse)
 

Emilio Garcés y Francisca Castillo fueron “los últimos de Jánovas”, un matrimonio que aguantó todas las penurias habidas y por haber, resistiendo hasta el 20 de enero de 1.984, día en que recibieron la visita de un representante de Iberduero, el governador civil de Huesca y catorce guardias civiles: Jánovas perdía sus dos últimos habitantes. Durante estos veinte años, Emilio y Francisca tramitaron todos los escritos y alegaciones posibles contra la construcción del pantano. En 1.988, dentro de un acto de homenaje que se brindó al matrimonio, el cantautor y político aragonés José Antonio Labordeta se dirigió a ellos con estas palabras: "Vosotros, Francisca y Emilio, sois uno de los pocos recuerdos dignos que, a este viejo reino ya agotado, le queda como espejo para levantar la vista con dignidad y decir que todavía no está todo perdido". Emilio Garcés murió en 2.011, a los 88 años.

Tras años con el proyecto del pantano parado, en 2.001 se elaboró un informe de impacto ambiental y viabilidad económica, llegando a la conclusión de que no tenía ningún sentido construír el pantano, se mirase por donde se mirase. En 2.005 quedó definitivamente resuelto que no se construiría. En 2.008, el Ministerio de Medio Ambiente ordenó restituir las tierras y las propiedades a sus legítimos propietarios, o a sus descendientes en la mayoría de los casos. A partir de aquí, el escarnio continúa: el presidente de la CHE, José Luis Alonso, declara que las propiedades serán devueltas a sus dueños “previa devolución del dinero que recibieron en concepto de expropiación, más los intereses añadidos”. Esos intereses vienen a ser treinta veces la cantidad recibida: al parecer, el presidente de la CHE ha olvidado que ellos recibieron unas casas en buen estado, pero devolverán poco menos que un montón de cascotes. Piden dinero, cuando deberían estar pidiendo perdón.


En el libro "Jánovas: víctimas de un pantano de papel" se recogen varios testimonios.
Según uno de los entrevistados en ese libro, afectado por el proyecto de embalse de Jánovas, José María Santos, entonces maestro de Guaso, "Iberduero era una empresa que dominaba esta comarca completamente, no sólo por Jánovas, sino por todo el complejo hidroeléctrico del Alto Cinca, de 19 embalses interconectados hechos ahí, tenía un poderío tremendo. Eso son empresas casi de tipo colonial. Yo he conocido al maestro de Lafortunada, que cobraba un sobresueldo de la empresa, como lo cobraba el cura, como lo cobraba el médico, que era de la empresa y no del Estado; las carreteras las hacía la empresa para llegar a su establecimiento, y el instituto se hizo porque se empeñó Iberduero, que no había instituto en esta comarca. La situación de dominación era muy complicada, y a lo que decía la empresa nadie iba a llevar la contraria. En Boltaña llegó a haber una situación parecida.

El ingeniero del catastro de Huesca tasó las expropiaciones. Andrés Bail, alcalde de Jánovas entre 1958 y 1961, comenta cómo se hizo:
"Así que se hizo las valoraciones él: a tanto la hectárea de regadío, a tanto la de secano, y lo más malo, matorral... en fin, sus precios, lo que él quiso. Pagó lo que le pareció. Y no admitieron otra cosa. Nada más no se pudo hacer. En vista de que con él no podíamos hacer nada, bajamos tres veces con dos vecinos, con Rufas y otros, los que más tierra teníamos, a Huesca a hablar con el gobernador. Pero no nos recibía. Al final nos mandó a hablar con un abogado, un tal Bolea Foradada, que me parece que estuvo en Zaragoza de presidente, y él nos dijo: "Ustedes aquí tienen poco a hacer; lo único, que el señor que juzgue sus cosas sea de mejor trato o peor trato, y les trate más bien, o más mal". Y Franco no admitía tampoco nada, porque la Guardia Civil tenía entonces muchas narices, que le pegaban dos hostias a cualquiera y se las tenía que tragar".

Félix Buisán, antiguo vecino, un niño en aquella época (1963) cuenta como Iberduero usaba la dinamita, práctica negada por Iberdrola. El espectáculo era contemplado por los ingenieros de Iberduero y sus familias desde lo alto y bien protegidos, sin embargo no avisaban al resto de la población de cuando empezaba la función. Cómo lo dejarían que en Jánovas se rodó una película ambientada en Kosovo. Aderezado con el destrozo de cosechas. "Llegaban a caer piedras hasta en la carretera, que está a un kilómetro. Y en el pueblo se rompían los cristales, se jodían los tejados todos, se nos apagaban las luces... Los críos pasábamos mucho miedo; y los padres por el estilo. Sentías "¡bum!", "¡bum!", que caían las piedras. "Hostia, esta vez nos ha caído una"; y a la siguiente, "esta vez no; ha habido suerte". Era como una guerra: ha caído una bomba aquí, la otra más allá... Estabas siempre con esa tensión, de si te daban en tu casa o te librabas; y luego, cuando acababan, salías a ver cómo les había ido a los vecinos, y que tejados iba a haber que arreglar."

La escuela cerró en 1966, sacando a la maestro tirándole del pelo y a patadas con los niños. Teresa y Antonio, los hijos pequeños de Emilio y Francisca lo relatan: "No nos trataban como a personas; nos trataban como a animales. Que un directivo de Iberduero se atreva a entrar en el aula tirando la puerta, ya me diréis; los niños que estaban dentro eran personas, que a un niño le dio la puerta al caer... Ya estuvieron aterrorizados mientras tiraban la casa del maestro, justo encima, por el estruendo. Pero aquel día el susto fue enorme: hubo que llevarlos a casa a que les diesen manzanilla. Allí acabó la escuela".

Durante quince años, el matrimonio Garcés vivió sólo en Jánovas. Eran de los no propietarios. Aguantaron las desagradables visitas de la Guardia Civil y los empleados de Iberduero. Francisca les vio más, porque Emilio trabajaba fuera. Con la luz y el agua cortada.
Una valiente acción de los sicarios de Iberduero, fue dinamitar el conejar dónde Francisca criaba conejos: "Si les llego a coger en ese momento, te juro que de allí no salen sanos. A ver que culpa tenían de nada los pobres bichos! Yo no les tenía miedo, así hubieran venido con metralletas. Pero por el pueblo hacían lo que querían, las mil y una. Sentías que venían y estaban todo el día haciendo ruidos; cuando se iban, veías que se habían llevado de las casas las puertas, los balcones, la losa de los tejados. Todo destrozo!"
Emilio añade: "Cada noche me esperaba la mujer con una letanía: hoy han hecho esto, hoy lo otro. Todo, para ver si nos marchábamos. Pero cuantas más putadas nos hacían, más ganas teníamos de quedarnos. No iban a poder con nosotros".

Francisca habla de cuando desmontaron el puente, hacia 1972, con obreros de Fiscal para más escarnio, con el jefazo mirando. "Entonces salió el otro, porque sintió aquello; yo llevaba una piedra en la mano, y cuando lo vi salir, mira... Le di con ella en el hombro, le pegué tres golpetazos y le dije: aquí tenías que estar tú, maricón. Yo que sé, que estaba yo loca".

Una historia triste, pero que conviene recordar y difundir para que no vuelva a pasar. Y se ponga de manifiesto las barbaridades cometidas en nombre de un dudoso bien general. Gracias a Jánovas por su ejemplo de dignidad. Por todo ésto, el día que les comunicaron la notica del descarte definitivo de Jánovas, no se lo creían. Les había llevado toda una vida.











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