Desde Euskal Herria, exigimos el cierre definitivo de la central nuclear de Cofrents, perteneciente a la eléctrica con sede en Bilbao, Iberdrola. Su licencia expira este 20 de marzo, que corresponde a su vida útil establecida de 20 a 40 años. Cofrents ya entra en los 37 años de operatividad, por lo que se puede considerar muy antigua. Nuestra inquietud no es sólo el riesgo que como central nuclear supone, sino que además este riesgo se acrecienta con el paso del tiempo. Por ello nos oponemos de raíz a que su actividad se alargue hasta el 2033 como se ha propuesto y como quiere Iberdrola.
Porque además, ayer, 18 de febrero 2021, el CSN (Consejo de Seguridad Nuclear), que es la primera instancia en este proceso de decidir su continuidad, dio el visto bueno para prolongar su vida 10 años más (hasta los 47). Por lo que ahora, basado en esta decisión, solo quedaría al Ministerio de Energía el decidirlo, que lo tiene muy claro en el pacto que ya ha hecho con las nucleares y ENRESA de aumentar sus tiempos de vida. En el caso de Cofrents hasta el 2033, como presentan en el borrador del 7 Plan General de Residuos Nucleares, basándose en la falacia de que las nucleares no emiten gases de efecto invernadero durante su operación, pero sí, y mucho, en su ciclo de vida completo.
En este sentido, Gure Energia se suma a las reivindicaciones de la población cercana a la central y de las organizaciones locales. El propio Parlament Valenciano ya se manifestó en 2017 por su desmantelamiento ahora en 2021. Porque no es solo el hecho de la antigüedad sino que los riesgos son manifiestos por los múltiples incidentes que acumula: en 2018 reportó 8 incidentes en 10 meses. En 2019 hubo más, en noviembre.
Además, al igual que Fukushima, Cofrents no está cerca del mar, pero si en una zona de actividad sísmica, moderada, pero que ha sufrido en el pasado actividad de gran impacto. Después de Fukushima, la Agencia Federal Nuclear belga pidió cerrar 20 reactores incluidos Garoña (ya cerrada) y Cofrents.
Precisamente, Iberdrola está haciendo lo que no hizo en Garoña, desistir de su continuidad. En Garoña decidió cesar su actividad, no fue por un compromiso con las renovables como pretende continuamente, sino porque las condiciones que exigía el estado de invertir en reformas para su seguridad, le suponía perder en rentabilidad, y los dirus (dinero) es lo único que le preocupa. De hecho, en Garoña iba de “bueno” de la película, porque decía que la quería cerrar, mientras que esgrimía que era su otro socio, Endesa, quien quería mantenerla abierta. En el caso de Cofrents, lo tiene fácil, es 100% suya, ahora no depende de nadie. ¿Porqué no la cierra mañana mismo?
Entonces también se olvidó de los trabajadores, que utilizó para justificar su continuidad. Si ahora sigue, está claro que su apuesta renovable queda supeditada a las energías sucias y nocivas. Pero eso no lo dirá ni en público ni en su propaganda y lavado verde.
Como Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, la nuclear e Iberdrola representan el viejo modelo a superar. Un modelo no solo basado en una energía sucia, peligrosa, cara e injusta, sino que también un modelo basado en la super-producción (y el super-consumo y despilfarro), la concentración, el centralismo, el monopolio y el uso de la energía de forma especultativa, como negocio, para el enriquecimiento sobre todo de una élite.
Precisamente, aquí en Euskal Herria queremos retomar nuestro compromiso anti-nuclear que no se limitaba solo a las centrales o proyectos nucleares en nuestro territorio o cercanas, sino a todas, como parte de un modelo energético impuesto y que no compartimos, controlado por un oligopoilo en el que Iberdrola destaca con fuerza. Retomamos también así nuestro compromiso antinuclear contra Iberdrola, antes Iberduero, y aquellos proyectos de su propiedad. Nos reafirmamos así en aquella premisa que sigue presente: “Ez hemen, ez inon!” (Ni aquí ni en ningún sitio). Y con las y los compas con los que durante todos estos años hemos compartido esta lucha anti-nuclear gritamos “Tanquem Cofrents!!”
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